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La turbulenta historia de Malta sigue viva en su arquitectura.

Vive en la verdad; ten fe; arrepiéntete de tus pecados; muéstrate humilde; ama la justicia; sé clemente; sé sincero y entregado; sufre persecución. Éste es el código por el que se regían los famosos Caballeros de la Orden de Malta.

Flotando en el azul intenso del Mediterráneo entre la Sicilia europea y dos países africanos, Túnez y Libia, el archipiélago maltés es rico en historia y especialmente conocido por sus famosos Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, que gobernaron la isla durante más de 200 años y defendieron Europa de los ataques del Imperio Otomano.

La orden fue fundada en Palestina en el siglo XI para atender a los peregrinos que iban a Jerusalén. Durante las cruzadas adquirió carácter militar. En 1291 los cristianos fueron expulsados de Jerusalén y los Caballeros se desplazaron a Chipre, después a Rodas y finalmente se establecieron en Malta en 1530. Aquí permanecieron hasta la invasión de Napoleón en 1798, año en que abandonaron la isla para evitar tener que luchar contra otros cristianos. La Orden actualmente tiene sedes en todo el mundo.

La isla de Malta da fe de su legado en todos los rincones. Los mejores ejemplos están en la capital, Valletta, bella ciudad de piedra caliza con su Gran Puerto y fortificaciones; en Mdina la Ciudad Silenciosa, en las Tres Ciudades de la Cottonera y en los baluartes y torres costeras que encontramos a lo largo y ancho del país.

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Valletta es una estructura de edificios de piedra caliza color arena construidos en un plano cuadriculado de calles estrechas y completamente rectas que suben y bajan siguiendo las ondulaciones del terreno. La ciudad fue construida por los Caballeros para defenderse de las amenazas del Imperio Otomano.

A petición del Gran Maestre Jean de la Valette, el Papa envió a Malta a su propio arquitecto, Francesco Laparelli, discípulo de Miguel Ángel, para ayudar en la construcción de la ciudad. Las paredes de los evocadores pasajes muestran los tradicionales balcones cubiertos y pintados que adornan las casas maltesas. Las calles aparecen flanqueadas por escalones de poca altura que permitían a los Caballeros adentrarse por los pasajes con la armadura.

Malta 1208 Concatedral de San Juan Bautista

La Co-Catedral de San Juan, cuya obra se completó en 1577 fue la iglesia oficial de los Caballeros. Diseñada por Girolamo Cassar, su interior, exuberante y suntuoso, muestra el mecenazgo y la pasión de la Orden por el arte. Los frescos fueron realizados por el artista calabrés Mattia Pretti, y la obra maestra de Caravaggio, La decapitación de San Juan Bautista, se encuentra en el Oratorio (Caravaggio escapó a Malta a causa de una pelea tras la cual se puso precio a su cabeza). El Gran Maestre Jean de la Valette, que dio su nombre a la ciudad, así como cientos de caballeros, yacen bajo las losas de mármol de la catedral.

Hay otros muchos edificios que visitar en Valleta. El Albergue de Castilla, que hoy aloja las oficinas del primer ministro, es uno de los diversos albergues dispersos por la ciudad donde vivían los Caballeros. Un paseo por el este de la urbe nos conduce finalmente a un espacio abierto en el lado sureste de la península donde se construyó Valletta. Desde los Jardines Altos de Barracca se puede apreciar la magnitud y el esplendor de las fortificaciones construidas por los Caballeros.

Los jardines están rodeados por una cerca de hierro forjado tras la que el Gran Puerto, construido sobre un puerto natural existente, se extiende en todas direcciones. En contraste con el pequeño tamaño de Valletta, el puerto de la ciudad es uno de los mayores del Mediterráneo y está delimitado por una hilera de baluartes. Los fuertes de San Telmo y Ricasoli protegen su entrada, mientras que el fuerte de San Ángel y las murallas de Birgu y Senglea resguardan su flanco.

Al otro extremo del puerto está Cottonera, conocida como las Tres Ciudades, que los caballeros convirtieron en su hogar: Cospicua (o Bormla), Vittoriosa (o Birgu) y Senglea (o L’Isla). El nombre de Vittoriosa se debe a la repulsa de los turcos en el sitio de la ciudad.

En 1565 el sultán turco Suleyman decidió probar suerte y tomar Malta. Para ello, envió una armada de entre 30.000 y 40.000 hombres. El sitio duró varios meses, culminando en un dramático episodio en el que los turcos entran en la ciudad a pesar de las sólidas fortificaciones que los caballeros habían construído.

Sin embargo, la alegría de los hombres de Suleyman duró poco. Un grupo de malteses que había cabalgado desde la cercana Mdina prendió fuego al desprotegido campamento turco. Pensando que les atacaban por retaguardia, los turcos se retiraron en desorden cuando se encontraban a pocos metros de su objetivo final. Su victoria habría cambiado el curso de la historia mediterránea.

El fuerte de San Ángel, antigua sede del gran maestre en Vittoriosa, se conoce como uno de los secretos mejor guardados de Malta. El horario de visita es un tanto imprevisible, pero vale la pena insistir.

Además de Cottonera, Mdina es otro lugar significativo en la historia de Malta, en lo que a los caballeros de la Orden de San Juan se refiere y fue la capital del país hasta que éstos llegaron. Con 4000 años de historia, fue la primera ciudad fortificada de los fenicios hacia el año 700 antes de Cristo. Fue reestructurada y renovada por la orden y hoy es un lugar encantador de estrechas y sinuosas calles bordeadas por imponentes paredes.

Las mujeres tejen encajes tradicionales a la puerta de sus casas. La industria local del vidrio soplado cuenta entre sus clientes tanto a los vecinos del lugar como a los turistas. Lejos del bullicio de Valletta y de sus estrechas y concurridas calles, Mdina es el lugar perfecto para poner el broche final a un día de vacaciones.