Brujas, conocida como Brugge en neerlandés, es una de las ciudades más encantadoras y mejor conservadas de Europa. Esta ciudad medieval, situada en la región de Flandes al noroeste de Bélgica, parece detenida en el tiempo con sus canales, calles, tejados a dos aguas y plazas llenas de historia. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Brujas es un destino perfecto para una escapada de un día.

Pese a su tamaño compacto, Brujas alberga un sinfín de rincones mágicos que se pueden recorrer fácilmente caminando. Su ambiente tranquilo, sus reflejos sobre el agua y su arquitectura gótica la convierten en una ciudad perfecta para quienes buscan belleza, historia y romanticismo en pocas horas. La ciudad se presta tanto a una visita cultural como a un paseo sin rumbo, andando o en barco, donde cada esquina sorprende con postales vivas. En este recorrido de un día, exploraremos los lugares que todo viajero debe ver en su visita a Brujas.

Grote Markt y el campanario Belfort

El corazón de Brujas es sin duda la Grote Markt, la plaza principal rodeada de casas gremiales con fachadas de colores y tejados escalonados. Este espacio ha sido el centro de la vida pública y comercial de la ciudad desde la Edad Media, y hoy sigue siendo un punto de encuentro esencial, un lugar perfecto para comenzar la jornada con una primera impresión de la ciudad.

Dominando la plaza se encuentra el Belfort, el emblemático campanario medieval de 83 metros de altura. Subir sus 366 escalones es todo un reto, pero las vistas panorámicas de la ciudad bien lo valen. A medida que se asciende, se puede visitar la sala del tesoro y ver el antiguo mecanismo del reloj. En la cima, el sonido de las campanas y el paisaje de tejados, canales y torres completan una de las experiencias más memorables de Brujas. Desde la Grote Markt, se puede acceder fácilmente a otros puntos clave del casco histórico. La plaza está rodeada de edificios históricos como el Palacio Provincial y el Museo Historium, que ofrece una experiencia inmersiva sobre la Brujas del siglo XV.

Burg y la basílica de la Santa Sangre

Muy cerca de la Grote Markt se encuentra la Plaza Burg, uno de los rincones más históricos de Brujas. En esta plaza se conservan edificios clave de distintas épocas que muestran la evolución arquitectónica de la ciudad. El más destacado es el Ayuntamiento de Brujas, un edificio gótico del siglo XIV con una fachada decorada con esculturas y una impresionante sala gótica en su interior.

En la misma plaza se halla la basílica de la Santa Sangre, uno de los templos más singulares de Bélgica. Esta pequeña iglesia de dos niveles alberga una reliquia que, según la tradición, contiene la sangre de Cristo, traída desde Tierra Santa durante las cruzadas. La basílica sorprende por su sobriedad en la planta baja y por la riqueza decorativa de la planta superior, con frescos, vidrieras y una atmósfera mística única.

El Muelle del Rosario y los canales

Uno de los lugares más icónicos de Brujas es el muelle del Rosario, probablemente el rincón más fotografiado de toda la ciudad. Este pintoresco punto, donde se cruzan varios canales y sobresalen torres medievales, ofrece una imagen de postal perfecta, especialmente al amanecer o al atardecer. Reflejos en el agua, barcos turísticos y cisnes completan la escena de cuento que ha dado fama mundial a Brujas.

Desde el muelle parten numerosos paseos en barco que recorren los canales históricos de la ciudad. Estas embarcaciones permiten apreciar la arquitectura desde otra perspectiva y conocer rincones inaccesibles a pie. Durante el trayecto se pueden ver casas antiguas, pequeños puentes de piedra y jardines escondidos. El paseo dura unos 30-45 minutos, siendo una de las mejores formas de absorber la belleza tranquila de Brujas en poco tiempo.

El Beguinaje y el Lago del Amor

A unos minutos a pie del centro histórico se encuentra uno de los lugares más especiales de Brujas: el Begijnhof Ten Wijngaerde, conocido como el Beguinaje. Este conjunto de casitas blancas, organizado alrededor de un patio arbolado, fue fundado en el siglo XIII y habitado por las beguinas, un grupo de mujeres religiosas laicas.

Al entrar, el bullicio de la ciudad desaparece. El silencio, los árboles altos, el canto de los pájaros y las fachadas uniformes crean una atmósfera de recogimiento. En primavera, el jardín se cubre de narcisos, convirtiendo el lugar en uno de los más bellos de la ciudad de Brujas. También se puede visitar una casa-museo que recrea la vida cotidiana de las beguinas y muestra cómo vivían de forma autónoma, organizadas en comunidad. Muy cerca del Beguinaje está el Minnewater, conocido como el Lago del Amor, con su característico puente y sus leyendas románticas. La calma del agua, los árboles y los cisnes refuerzan la imagen de Brujas como un lugar de belleza serena.

Molinos de viento y vistas panorámicas

Para finalizar el día en Brujas, nada mejor que dirigirse hacia la zona este de la ciudad, donde aún se conservan varios molinos de viento históricos. Estos molinos, ubicados sobre los antiguos bastiones de la muralla medieval, ofrecen una visión menos turística, más local y auténtica. Se puede llegar caminando desde el centro en unos 15 minutos bordeando los canales.

Los más conocidos son el Sint-Janshuismolen y el Koeleweimolen, ambos perfectamente restaurados y abiertos al público en determinadas épocas del año. Subir al interior permite ver el mecanismo original de molienda y ofrece vistas de la ciudad. Este paseo permite descubrir una Brujas menos frecuentada, más calmada aún, y cerrar el recorrido con una ruta relajante. Al atardecer, la luz cálida ilumina los molinos y el sendero de vuelta a la ciudad, creando una postal inolvidable.