La Iglesia de Santa Maria delle Grazie es uno de los tesoros más importantes de Milán, tanto por su valor arquitectónico como por ser el hogar de una de las obras de arte más famosas del mundo: La última cena de Leonardo da Vinci. Construida en el siglo XV, esta iglesia y convento dominico fueron diseñados en estilo gótico tardío y renacentista, y en 1980 fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Además de ser un lugar de culto, Santa Maria delle Grazie es un destino imprescindible para los amantes del arte y la historia.

Ubicada en el corazón de Milán, la iglesia es famosa no solo por albergar el mural de Leonardo, sino también por su singular arquitectura, que es una obra maestra en sí misma. La iglesia fue comisionada por el duque Ludovico Sforza, una de las figuras más influyentes de la ciudad en aquella época, quien encargó a los arquitectos Guiniforte Solari y Bramante la construcción de este majestuoso edificio. En este artículo, exploraremos la historia de la iglesia, su arquitectura, la famosa obra de Da Vinci y ofreceremos algunos consejos útiles para quienes deseen visitarla.

Historia de la Iglesia de Santa Maria delle Grazie

La historia de Santa Maria delle Grazie se remonta a 1463, cuando el duque de Milán, Ludovico Sforza, ordenó la construcción de una iglesia y convento para los frailes dominicos. El diseño original de la iglesia fue obra del arquitecto Guiniforte Solari, quien adoptó un estilo gótico tardío para la nave principal y el convento. La iglesia fue consagrada en 1497, aunque las obras continuaron durante varios años más, en especial en las ampliaciones ordenadas por el propio Sforza.

Ludovico Sforza también jugó un papel esencial en la incorporación de elementos renacentistas al edificio. Contrató al arquitecto Donato Bramante, quien añadió la impresionante cúpula sobre el ábside, una de las características arquitectónicas más distintivas de la iglesia. Esta combinación de estilos gótico y renacentista hizo de Santa Maria delle Grazie un ejemplo único de la transición entre estas dos corrientes artísticas.

La fama mundial de la iglesia llegó cuando, entre 1495 y 1498, Leonardo da Vinci pintó su obra maestra La última cena en el refectorio del convento. Este mural ha sido uno de los puntos de referencia más importantes del arte renacentista y sigue siendo el mayor atractivo de la iglesia.

Arquitectura de la iglesia

La arquitectura de Santa Maria delle Grazie es una fusión armoniosa de estilos gótico tardío y renacentista, lo que la convierte en un monumento único en Milán. La construcción original, a cargo de Guiniforte Solari, presenta una planta de cruz latina con una nave central flanqueada por capillas laterales. La nave principal, de estilo gótico, está adornada con techos abovedados y ventanales que permiten la entrada de luz natural, creando un ambiente sereno y solemne en el interior de la iglesia.

El ábside y la cúpula, añadidos más tarde por Bramante, representan un claro ejemplo de la influencia renacentista en la arquitectura del edificio. La cúpula es especialmente impresionante, con su diseño circular y proporciones perfectas que elevan la estructura y la dotan de una sensación de grandiosidad. El uso del ladrillo rojo en la fachada exterior, combinado con detalles decorativos en piedra blanca, es característico de la arquitectura lombarda de la época y contribuye al atractivo visual del edificio.

Uno de los aspectos más notables de la iglesia es su simplicidad decorativa, en contraste con otras iglesias barrocas más ornamentadas. Esta austeridad en la decoración, junto con la sobriedad de su arquitectura, crea un espacio que invita a la contemplación y la reflexión.

La última cena de Leonardo da Vinci

Sin duda, uno de los principales motivos para visitar la Iglesia de Santa Maria delle Grazie es la oportunidad de contemplar La última cena, la obra maestra de Leonardo da Vinci, que se encuentra en el refectorio del convento. Este mural, pintado entre 1495 y 1498, representa el momento en que Jesús anuncia que uno de sus discípulos lo traicionará. A través de su uso innovador de la perspectiva, la luz y la expresión emocional de las figuras, Leonardo revolucionó el arte del muralismo y creó una de las imágenes más icónicas de la historia del arte.

El fresco ha sobrevivido a siglos de deterioro, incluidas varias restauraciones que han tratado de recuperar su esplendor original. Debido a la técnica experimental utilizada por Leonardo, que combinaba óleo y temple sobre yeso seco, la pintura comenzó a deteriorarse rápidamente. Además, los daños causados por la humedad y los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial han obligado a los expertos a trabajar arduamente en su preservación. La última restauración importante se completó en 1999, devolviendo al mural parte de su colorido original y asegurando su conservación para las futuras generaciones.

La última cena no solo es una obra maestra por su técnica y composición, sino también por la profundidad psicológica de las figuras que la componen. Cada apóstol está representado con una expresión única, lo que permite al espectador percibir las emociones individuales de los discípulos ante el anuncio de la traición. El mural es un testimonio del genio de Leonardo y una de las razones por las que Santa Maria delle Grazie sigue siendo uno de los destinos artísticos más importantes de Europa. La tienda de regalos ofrece puzzles de la Última Cena, como recuerdo de esta impresionante obra de Da Vinci.