Si estás buscando un destino donde el mar tenga colores imposibles y la cultura tenga tanta historia como sabor, entonces las Islas de Barlovento son una opción que vale la pena considerar. Este grupo de islas en el Caribe oriental tiene playas de arena blanca y aguas cristalinas, así como un mosaico de tradiciones, paisajes impresionantes y una gastronomía que deja huella.

En este sentido, cada isla tiene su propio carácter. Además, en algunas, las montañas y selvas esconden cascadas y senderos perfectos para la aventura. En otras, las influencias francesas, británicas y africanas han dejado su marca en la comida, la música y la arquitectura. A continuación, te explicaremos cómo llegar a las Islas de Barlovento y cuáles son las mejores formas de moverte entre ellas. También te hablaremos de sus playas paradisíacas y de todas las actividades acuáticas que puedes hacer en sus aguas turquesas.

¿Cómo llegar a las Islas de Barlovento?

Para viajar a las Islas de Barlovento, lo más práctico es tomar un vuelo internacional con escala en una ciudad importante de América del Norte o Europa. En este caso, aeropuertos como el de Miami, Nueva York y Londres ofrecen conexiones frecuentes con Barbados, Santa Lucía y Granada, que funcionan como puertas de entrada a la región.

Una vez en el Caribe, moverse entre las islas es sencillo gracias a vuelos regionales operados por aerolíneas locales y a los ferris que conectan destinos cercanos. Por lo que, los viajeros pueden optar por vuelos cortos si buscan rapidez o por rutas marítimas para disfrutar del paisaje y ahorrar dinero. A este respecto, es recomendable reservar los boletos con anticipación, especialmente en temporada alta. Y si planeas visitar varias islas, existen pases de ferry y tarifas especiales en aerolíneas regionales.

Las mejores playas paradisíacas y actividades acuáticas

Las Islas de Barlovento tienen playas de ensueño y un mar que invita a explorar, ya que cada isla ofrece algo diferente, desde arenas doradas y tranquilas hasta bahías volcánicas y arrecifes llenos de vida marina:

  • Anse Chastanet, Santa Lucía: Esta playa de arena oscura ofrece un entorno espectacular rodeado por los Pitons y sus aguas albergan un arrecife impresionante, perfecta para quienes disfrutan del esnórquel. Los visitantes pueden encontrar peces tropicales, esponjas marinas y corales coloridos sin necesidad de adentrarse demasiado en el mar.
  • Pink Sand Beach, Barbados: Esta playa es famosa por su arena de tono rosado, resultado de diminutos fragmentos de coral mezclados con la arena blanca. A su vez, sus aguas tranquilas permiten nadar sin dificultad, mientras que el oleaje ligero la convierte en un buen lugar para practicar paddleboard. La mejor hora para visitarla es al amanecer, cuando la luz realza el tono rosado y se puede disfrutar del paisaje en completa tranquilidad.
  • Grand Anse, Granada: Esta extensa playa de arena blanca es perfecta para quienes buscan comodidad y buenos servicios. A lo largo de su costa se encuentran restaurantes y bares donde probar el famoso ron de la isla. Y sus aguas tienen una profundidad gradual, lo que la hace segura para nadar. También es un punto excelente para probar motos acuáticas, hacer surf o practicar kayak en un mar tranquilo.
  • Tobago Cays, San Vicente y las Granadinas: Este conjunto de islotes ofrece uno de los mejores lugares para el buceo y el esnórquel porque las aguas poco profundas permiten nadar junto a tortugas marinas que se acercan sin temor. Además, los arrecifes están llenos de peces de colores y corales que forman un ecosistema intacto.
  • Plage des Salines, Martinica: Esta playa de arena dorada se encuentra rodeada de cocoteros inclinados sobre la orilla, creando una imagen digna de postal. Asimismo, su oleaje moderado la hace perfecta para nadar y relajarse en el agua sin preocupaciones. Y los fines de semana, es frecuente encontrar vendedores locales ofreciendo dulces típicos y bebidas refrescantes con frutas tropicales.

Exploración cultural y gastronómica

Las Islas de Barlovento ofrecen una experiencia fascinante de tradiciones, como en Martinica, donde las influencias francesas se sienten en su arquitectura colonial y en sus mercados repletos de productos locales. A su vez, Fort-de-France es el mejor lugar para recorrer calles animadas, visitar la Biblioteca Schoelcher y probar el boudin créole, una salchicha especiada muy popular.

Asimismo, en Granada, la producción de especias ha moldeado su identidad cultural, puesto que la isla es conocida como la “tierra de la nuez moscada” y una visita a las plantaciones locales permite conocer su importancia económica e histórica. Los festivales callejeros suelen estar llenos de música soca y calipso, donde la gente disfruta platos como el oil down, un guiso cocinado lentamente con leche de coco y carne salada.

Por otra parte, Barbados tiene una tradición gastronómica que gira en torno a los productos del mar. En Oistins, un pueblo costero famoso por su feria nocturna, los visitantes pueden probar el pescado volante, servido con especias y acompañado de arroz con guisantes. Además, el ron local es una parte fundamental de su cultura, y en este caso, las destilerías ofrecen recorridos donde se explica su proceso de elaboración y se pueden degustar variedades envejecidas con sabores complejos.

Naturaleza y aventura en el interior de las islas

Más allá de sus playas, las Islas de Barlovento tienen paisajes de selvas densas, montañas y cascadas. Para empezar, en Santa Lucía, el sendero que lleva a la cima del Petit Piton es un reto para quienes disfrutan del montañismo. La subida es exigente, pero al llegar arriba se obtiene una vista panorámica espectacular del mar Caribe y los valles verdes.

Igualmente, en San Vicente, el volcán La Soufrière es una de las atracciones más impresionantes. En este caso, el ascenso atraviesa distintos ecosistemas, desde bosques tropicales hasta terrenos volcánicos áridos. Y al llegar a la cima, se puede observar el enorme cráter activo, con fumarolas que emiten vapor constantemente.

A su vez, Granada ofrece rutas menos exigentes pero igualmente interesantes, como la caminata hacia las Siete Hermanas, un conjunto de cascadas escondidas entre la vegetación. Los senderos llevan a piscinas naturales donde es posible nadar y relajarse en un entorno tranquilo. En el camino, es común ver monos y escuchar el canto de aves tropicales, lo que hace que la experiencia sea aún más especial.