El Museo del Prado es uno de los centros artísticos más importantes del mundo y una visita obligada para cualquiera que pase por Madrid. Este museo, fundado en 1819, tiene una colección que cuenta con más de 35.000 obras entre pinturas, esculturas, grabados y dibujos, aunque solo una pequeña parte está expuesta. Lo que sí garantiza este museo es una experiencia inmersiva en siglos de arte europeo, con una especial atención a los grandes maestros españoles, siendo uno de los principales museos de arte de Madrid.

El recorrido por sus salas permite sumergirse en la historia cultural del continente, desde el Renacimiento hasta el siglo XIX. Cada rincón del Prado ofrece una ventana al pasado, a las formas en que el arte representó la religión, la mitología, la monarquía y las emociones humanas. Pintores como Velázquez, Goya, El Bosco o Rubens tienen aquí una presencia fundamental, convirtiendo la visita en un viaje por estilos, épocas y técnicas inigualables.

En este artículo, ofrecemos una guía sobre las principales obras qué ver en el Museo del Prado. No se trata solo de mencionar los cuadros más conocidos, sino de explicar por qué son importantes, qué historias encierran y cómo disfrutarlos mejor.

Las Meninas de Velázquez

“Las Meninas” es probablemente la pintura más famosa del Museo del Prado y una de las más enigmáticas del arte occidental. Esta obra, pintada por Diego Velázquez en 1656, representa a la infanta Margarita rodeada de sus damas de compañía, un perro, un enano y el propio pintor. A primera vista parece un retrato de la familia real, pero su composición, los juegos de miradas y el espejo del fondo invitan a interpretaciones más profundas.

Velázquez introduce una perspectiva revolucionaria al colocarse dentro de la escena, pintando lo que nosotros, como espectadores, no vemos directamente. El uso de la luz, el movimiento natural de los personajes y el equilibrio entre realidad y ficción la convierten en una obra maestra de la técnica y de la narrativa visual. El espejo que refleja a los reyes y la figura de Velázquez observando al espectador hacen que el cuadro sea un desafío intelectual.

El Jardín de las Delicias de El Bosco

Otras de las obras más fascinantes del Museo del Prado es “El Jardín de las Delicias”, un tríptico pintado por El Bosco a finales del siglo XV. Esta pintura se ha convertido en una atracción imprescindible por sus figuras surrealistas, sus escenas oníricas y su inquietante simbolismo. El panel izquierdo muestra el Paraíso, el central una explosión de placeres terrenales y el derecho una visión del infierno.

La obra plantea un viaje visual y emocional por los grandes temas de la religión cristiana: la creación, la tentación y el castigo. Lo más impactante no es solo su contenido, sino la forma en que El Bosco lo presenta. Sus criaturas híbridas, los instrumentos musicales como herramientas de tortura y los paisajes imposibles lo convierten en un precursor del surrealismo, siglos antes de Dalí o Magritte.

Los Fusilamientos del 3 de mayo de Goya

Francisco de Goya es una de las figuras centrales del museo del Prado y una de las más influyentes del arte moderno. Entre sus obras más poderosas se encuentra “Los fusilamientos del 3 de mayo de 1808”, una pintura que no solo documenta un hecho histórico, sino que denuncia con crudeza la brutalidad de la guerra. Se trata de una imagen impactante, cargada de emoción, que captura la ejecución de civiles por parte de soldados napoleónicos.

La escena está compuesta de manera que el espectador no puede apartar la vista del hombre con los brazos en alto, iluminado como si fuera un mártir moderno. Su expresión de horror, junto con los cuerpos ya abatidos en el suelo y la fila de fusiles apuntando desde la derecha, transmite una angustia profunda. Goya abandona el idealismo artístico para mostrar la violencia tal como es, sin filtros ni romanticismos.

Las Tres Gracias de Rubens

Pedro Pablo Rubens, maestro del barroco flamenco, tiene una presencia interesante en el Prado. Entre sus muchas obras, “Las Tres Gracias” destaca por su exuberancia y su celebración de la figura femenina. Esta obra, pintada entre 1630 y 1635, representa a tres diosas mitológicas que encarnan la alegría, el encanto y la belleza. Su diseño, con cuerpos generosos y piel nacarada, hace que parezcan flotar en una escena de armonía sensual.

Lo que hace especial esta pintura es su dinamismo y su vitalidad. Rubens domina el uso del color y la luz para dotar a las figuras de un movimiento casi coreográfico. A diferencia de la belleza idealizada del Renacimiento, en esta obra los cuerpos son reales, carnales, con volumen y energía. El fondo oscuro resalta aún más la luminosidad de las diosas, creando un contraste vibrante. Por esto, la obra ha sido interpretada como un homenaje al amor, la fertilidad y la alegría de vivir.

La Anunciación de Fra Angelico

No todas las obras maestras del Prado son españolas. “La Anunciación” de Fra Angelico, pintada en el siglo XV, es una joya del primer Renacimiento italiano. La escena muestra el momento en que el ángel Gabriel anuncia a la Virgen María que será la madre de Jesús. Lo que cautiva en esta pintura no es solo el contenido religioso, sino la pureza del estilo y la delicadeza del color.

Fra Angelico era un monje dominico que creía que pintar era una forma de oración, y eso se nota. Cada trazo de esta obra transmite una espiritualidad serena. Los tonos dorados, los gestos suaves de los personajes y la arquitectura renacentista del fondo construyen una atmósfera de calma y contemplación. El uso de la perspectiva y la composición son ejemplos del nuevo lenguaje artístico de su época.