Cudillero, un pintoresco pueblo pesquero situado en la costa occidental de Asturias, es un destino que cautiva a sus visitantes con su singular belleza y encanto. Se trata de uno de los pueblos de Asturias más visitados cada verano, anidado en un valle rodeado de montañas que se precipitan hacia el mar Cantábrico. Este singular lugar fascina con sus casas coloridas escalonadas en la ladera, creando un anfiteatro natural hacia el puerto.

El encantador pueblo de Cudillero es conocido por su arquitectura única, con viviendas de vivos colores que parecen colgarse unas sobre otras, descendiendo en cascada hacia el puerto. El laberinto de calles estrechas y sinuosas de Cudillero, que serpentean entre las casas, invitan a perderse y explorar rincones llenos de historia y tradición, y, su paseo marítimo ofrece vistas espectaculares del Atlántico, convirtiéndose en un lugar perfecto para disfrutar de los famosos atardeceres asturianos.

Como pueblo pesquero del norte de España, Cudillero es famoso por sus exquisitos platos de mariscos y pescados, donde destacan especialidades como el rape, la merluza o las sardinas, que pueden disfrutarse en los numerosos restaurantes y bares que salpican el pueblo. Además del puerto y casco histórico, Cudillero ofrece varias atracciones cercanas, como la capilla del Humilladero y la iglesia de San Pedro, así como hermosas playas y acantilados en los alrededores.

Todo en Cudillero nos habla del mar

Empezando por el patronímico pixueto, derivado del pix (pez), que define en principio a los lugareños que vivían del mar y tenían sus viviendas en la rasa litoral. Los pixeuetos miraban con cierta arrogancia a sus paisanos los caízos, los vecinos de la parte alta del pueblo (caí) dedicados a la agricultura y ganadería: Los acusaban de comprar siempre los pescados menos valorados.

El puerto de Cudillero, parada imprescindible para el turista

El pueblo está absolutamente orientado al mar. Sus estrechas callejuelas, sus escalinatas, todo va descendiendo hacia el puerto pesquero. Sus casas, literalmente suspendidas en las laderas de las tres colinas, miran también hacia el océano. En sus fachadas, todo nos habla también del mar: redes, aparejos de pesca y  las largas cañas con las que se pesca la exquisita merluza, una de las especialidades gastronómicas locales.

Otra curiosidad que el visitante podrá ver, colgando de las casa, es el curadillo; se trata de un pequeño tiburón, que los pescadores ponen a secar para disponer de pescado en las épocas en que le resulta imposible salir a la mar. Tradicionalmente, la cantidad de curadillo exhibido por cada casa era el reflejo de sus posibilidades económicas.

En la actualidad, es una de las especialidades más buscadas por los visitantes gourmets. El paseo ideal por la villa comienza dejando el coche fuera del casco urbano; un paseo por las callejuelas del pueblo nos irá preparando para la visita al puerto, el centro neurálgico de la población.

Por el camino el viajero visitara  la iglesia del Humilladero, la más antigua del pueblo, del siglo XIII, aunque ha sufrido numerosas intervenciones posteriores. También visitará la iglesia de San Pedro, el patrón de los marineros, construida en el siglo XVI por el gremio de Mareantes, obra del maestro cantero responsable de la fachada de la Catedral de Oviedo y también reformada en numerosas ocasiones.

Fuera del casco urbano, en Pito, a 2 km, se encuentra la quinta de Selgas, sin duda el conjunto arquitectónico neoclásico más extraordinario del norte de España, con unos jardines de exquisito diseño. El puerto viejo de pesca está situado en el fondo del codo que forma el litoral y que ha dado nombre al pueblo. La antigua lonja del pescado estaba situada en lo que hoy es el hogar del jubilado, la actual está en el puerto nuevo.

Es imprescindible asistir por la tarde a la llegada de las barcas, si bien la subasta de pescados ha perdido parte de su pintoresco estilo en aras de la eficacia y los nuevos tiempos. Los más valientes harán una excursión hasta el faro, situado en un impresionante promontorio.

En la actualidad, Cudillero alterna la actividad pesquera con la industria turística. Sus 23 playas, encajonadas entre los acantilados del litoral o extendiéndose en sus zonas llanas, han atraído a numerosos veraneantes que han potenciado la aparición de excelentes instalaciones de hostería y restauración.

La historia de Cudillero ha estado desde siempre, como no podía ser de otra manera, vinculada al mar ya la pesca. El pueblo aparece documentado por primera vez como puerto pesquero en 1285, en una donación del monasterio de Tineo. En aquella época estaba integrado en el Ayuntamiento de Pravía, del que no consiguió la independencia, a pesar de sus numerosos intentos, hasta 1812. La importancia que había adquirido el puerto pesquero, tal vez es el más importante de Asturias, exigía una ampliación, cosa que no se consiguió hasta la década de 1908, más de siglo y medio después.

Fiesta de L’Amuravela

La fiesta de L’Amuravela, cuyo origen se pierde en la noche los tiempos, se celebra el 29 de junio, día de San Pedro. Una procesión recorre el pueblo con la imagen del santo patrón hasta el muelle, donde espera la varada, una barca empavesada. Desde de unos fuegos artificiales, un recitador, situado en la embarcación, comienza a narrar en versos los acontecimientos pormenorizados de lo sucedido durante el año en el concejo.

El recitador va disfrazado de almirante y utiliza exclusivamente el pixueto, el dialecto local. En muchas ocasiones, la fiesta ha estado envuelta en la polémica debido a la irreverente familiaridad con que el recitador trata al patrón. Incluso algunos párrocos llegaron a impedir la presencia del santo en la ceremonia o la recitación de versos. De hecho, el irrespetuoso sermón estuvo prohibido desde finales del siglo XIX hasta el año 1946.