La archibasílica de San Juan de Letrán, ubicada en Roma, Italia, es una de las iglesias más importantes y antiguas del mundo cristiano. En este sentido, es considerada la catedral de la diócesis de Roma y, por lo tanto, la sede episcopal del papa, por lo que destaca por su rica historia y papel central en la tradición católica. Su nombre completo es Archibasílica del Santísimo Salvador y de los santos Juan Bautista y Juan Evangelista, y es conocida como la “madre de todas las iglesias” debido a su estatus privilegiado en la jerarquía eclesiástica.

De esta forma, la archibasílica fue consagrada en el siglo IV y ha sido testigo de muchos eventos históricos y religiosos, desde su fundación hasta los días actuales. Constantemente renovada y transformada, la estructura actual es el resultado de siglos de restauraciones y adiciones artísticas que han realzado su belleza y simbolismo. Por eso, a lo largo de los años, ha mantenido su relevancia espiritual, atrayendo a peregrinos de todo el mundo, especialmente durante los años jubilares.

En este artículo, te mostraremos los aspectos más destacados de la archibasílica de San Juan de Letrán, su historia y orígenes, así como su arquitectura y diseño interior. A continuación, conoceremos los detalles de su fachada y exterior, y descubriremos el palacio de Letrán y su claustro. Por último, te hablaremos del famoso baptisterio y la Escalera Santa, dos elementos que enriquecen su relevancia histórica y espiritual.

Historia y orígenes de la archibasílica

La archibasílica de San Juan de Letrán tiene sus raíces en la época del emperador Constantino, quien permitió la libertad de culto a los cristianos y contribuyó significativamente al desarrollo de la iglesia en Roma. De este modo, el terreno en el que se encuentra pertenecía originalmente a la familia Letrán, que había caído en desgracia durante el reinado de Nerón, y pasó a ser propiedad imperial. Constantino, tras su victoria en la batalla del Puente Milvio en el año 312, decidió dedicar el lugar a la construcción de una basílica en señal de agradecimiento a Cristo, consagrándola en el año 324 bajo el papa Silvestre I.

De esta manera, con el paso de los siglos, la basílica ha sido objeto de reconstrucciones y restauraciones, especialmente después de un terremoto en el año 846 y varios incendios. En este caso, el papa Sergio III la reconstruyó y la dedicó a san Juan Bautista, mientras que el papa Lucio II añadió la advocación a san Juan Evangelista en el siglo XII. Estos cambios muestran el profundo simbolismo cristiano de la basílica, que une elementos del Antiguo y Nuevo Testamento, representando un puente entre la época pagana y la cristiana.

Por otro lado, el regreso de los papas a Roma tras el cautiverio en Aviñón en el siglo XIV marcó un punto importante en la historia de la archibasílica. Aunque el centro de poder se trasladó al Vaticano y la basílica de San Pedro, San Juan de Letrán siguió siendo la catedral de Roma y un símbolo de autoridad eclesiástica.

Arquitectura y diseño interior

El diseño arquitectónico de la archibasílica de San Juan de Letrán es una fusión de elementos antiguos y barrocos, resultado de numerosas renovaciones a lo largo de los siglos. En este sentido, la estructura original, construida en el siglo IV, ha sido objeto de transformaciones que incluyen la restauración bajo la dirección de Francesco Borromini en el siglo XVII, cuando el papa Inocencio X ordenó su remodelación para celebrar el Jubileo de 1650. De esta forma, Borromini mantuvo la planta de cinco naves, lo que otorga a la basílica una majestuosidad que impacta a quienes la visitan.

Asimismo, entre los detalles más sobresalientes del interior se encuentran las monumentales estatuas de los doce apóstoles, colocadas en grandes nichos de mármol verde. Estas figuras fueron añadidas en el siglo XVIII y enmarcan la nave central, contribuyendo al aire solemne y majestuoso de la iglesia. Y sobre estos nichos, es posible admirar representaciones de escenas bíblicas y figuras de profetas, todo ello complementado por el impresionante techo artesonado de la nave central, diseñado por Pirro Ligorio y decorado por Daniele da Volterra.

Otro elemento significativo es el baldaquino gótico que se erige sobre el altar papal, una estructura de gran valor histórico y simbólico, que alberga un relicario que, según la tradición, contiene las cabezas de San Pedro y San Pablo. Por ese motivo, la combinación de estos elementos con los mosaicos dorados del ábside, encargados en el siglo XIII, da al lugar una atmósfera de profunda reverencia, mostrando la importancia de la archibasílica como centro espiritual de Roma.

Fachada y exterior de la basílica

La fachada de la archibasílica de San Juan de Letrán, diseñada por Alessandro Galilei en el siglo XVIII, es un ejemplo destacado de clasicismo barroco. Así, la reforma de la fachada respondió a la necesidad de dotar a la basílica de una entrada imponente y acorde a su relevancia. De hecho, Galilei ganó un concurso entre numerosos arquitectos para llevar a cabo esta tarea, lo que resultó en una obra que combina simetría y elegancia. De modo que, la fachada se compone de un atrio con cinco entradas y una galería abierta en la parte superior, donde se pueden apreciar frescos y detalles decorativos.

Por otra parte, en lo alto de la fachada se encuentran quince estatuas, cada una de siete metros de altura, que representan a Cristo, san Juan Bautista, san Juan Evangelista y otros doctores de la iglesia. Estos elementos escultóricos refuerzan el carácter monumental de la basílica y se destacan por su detallada elaboración. Además, la fachada cuenta con un tímpano decorado con un mosaico que representa a Jesús, añadiendo un toque de majestuosidad y simbolismo religioso a la estructura. Igualmente, en la plaza frente a la basílica se erige un obelisco egipcio, el más alto y antiguo de Roma, que fue trasladado desde Egipto por el emperador Constantino. Este obelisco simboliza la transición del mundo pagano al cristianismo y se convirtió en un emblema de la basílica cuando el papa Sixto V ordenó su instalación en 1588.

El palacio de Letrán y el claustro

El palacio de Letrán, ubicado junto a la basílica, tiene una importancia histórica considerable, ya que fue la residencia de los papas durante más de mil años, desde el siglo IV hasta el XIV, cuando el papado se trasladó al Vaticano. Por lo tanto, este edificio fue testigo de concilios ecuménicos y otros eventos importantes de la historia de la iglesia. En el siglo XVI, Domenico Fontana remodeló el palacio, transformándolo en una estructura renacentista que aún se puede admirar en la actualidad. Además, en este lugar se firmó el Tratado de Letrán en 1929, que dio origen al Estado de la Ciudad del Vaticano.

De igual manera, el claustro de San Juan de Letrán es una obra maestra del arte cosmatesco, construido entre los siglos XII y XIII por la familia Vassalletto. Este espacio, con sus columnas en espiral y mosaicos de mármol de colores, es considerado uno de los más hermosos de Roma. Asimismo, el claustro es un lugar de contemplación y tranquilidad, y alberga elementos arquitectónicos y esculturas provenientes de la antigua basílica. Además, sus dimensiones de 36 metros por lado lo convierten en el claustro más grande de la ciudad.

El baptisterio y la Escalera Santa

El baptisterio de San Juan de Letrán, el más antiguo de Roma, fue construido por orden del emperador Constantino en el siglo IV, transformando una antigua casa romana, y su diseño octogonal es típico de los primeros baptisterios cristianos y simboliza la resurrección. En su caso, la pila central de basalto verde, rodeada por columnas de pórfido rojo y rematada por un baldaquino de bronce, es un detalle que refleja la majestuosidad de este espacio. De esta forma, el baptisterio ha sido restaurado a lo largo de los siglos, siendo Borromini quien llevó a cabo la última gran renovación en el siglo XVII.

Asimismo, la Escalera Santa es otro elemento de gran relevancia espiritual, puesto que según la tradición, estos 28 escalones de mármol fueron traídos desde Jerusalén por Santa Elena, madre de Constantino, y son los mismos que Cristo subió para enfrentarse a Poncio Pilato. La escalera se encuentra protegida por madera y solo se permite subirla de rodillas, como muestra de devoción. Este ritual es un acto de fe que muchos peregrinos realizan durante su visita, buscando una conexión profunda con la Pasión de Cristo.

Igualmente, en la parte superior de la Escalera Santa se encuentra el Sancta Sanctorum, la antigua capilla privada de los papas, que alberga reliquias de gran valor espiritual. Este espacio es considerado tan sagrado que en su entrada se encuentra la inscripción latina “Non est in toto sanctior orbe locus”, que significa “no existe en todo el mundo un lugar más santo”. Por estos motivos, visitar el baptisterio y la Escalera Santa es adentrarse en siglos de historia y tradición religiosa, lo que hace de la archibasílica de San Juan de Letrán un destino imperdible para cualquier viajero interesado en la espiritualidad y la historia.