Al pensar en Chipre, probablemente imagines sus playas serenas y días soleados. Sin embargo, en Pafos, al suroeste de la isla, esas imágenes se mezclan con templos milenarios, leyendas ancestrales y paisajes que parecen transportarte a otra época. Esta ciudad forma parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO por sus restos arqueológicos, y también te invita a caminar entre mitos, columnas romanas y vistas al Mediterráneo que se disfrutan mejor con calma y curiosidad.

En este destino no te espera un museo al aire libre, sino un destino vivo, con bares junto al mar, ruinas abiertas al sol y caminos que te llevan de lo histórico a lo natural en cuestión de minutos. De este modo, Pafos es perfecta para recorrerla a pie, detenerte en una taberna con olor a orégano y perder la noción del tiempo entre mosaicos y leyendas.

En este artículo vas a encontrar qué lugares no puedes perderte, cómo la mitología y la arqueología se entrelazan en esta ciudad, qué paisajes naturales puedes explorar cerca del mar y qué platos típicos deberías probar para saborear bien la experiencia chipriota.

Qué ver en Pafos: Lugares imprescindibles

Pafos cuenta con una mezcla fascinante de ruinas antiguas, templos mitológicos y construcciones religiosas que han resistido siglos de historia. En este destino cada sitio tiene una historia que contar y un motivo distinto para detenerte a explorarlo con calma, como los siguientes que vamos a ver:

  • Parque arqueológico de Kato Pafos: Este extenso sitio te ofrece un recorrido por villas romanas, templos, columnas y teatros bien conservados. Puedes admirar sorprendentes mosaicos mitológicos que adornan los suelos de antiguas mansiones, como la Casa de Dionisio y la Casa de Teseo. No obstante, aunque todo está al aire libre, el recorrido está bien señalizado y resulta muy accesible.
  • Tumbas de los Reyes: Aunque no descansaron aquí reyes, las tumbas excavadas en la roca recuerdan a palacios subterráneos. Estas cámaras funerarias del siglo IV a.C. están adornadas con columnas dóricas y patios que reflejan la influencia helenística. En este caso, se encuentran parcialmente erosionadas, pero mantienen una atmósfera solemne y misteriosa, sobre todo si llegas a primera hora de la mañana.
  • Castillo de Pafos: Al borde del puerto, esta antigua fortaleza bizantina fue reconstruida por los otomanos en el siglo XVI. Cuenta con una terraza superior que permite contemplar el mar y parte del casco antiguo. Asimismo, ofrece una pausa tranquila para apreciar la ciudad desde una perspectiva más elevada y fotogénica.
  • Iglesia de Panagia Chrysopolitissa: Esta iglesia medieval se erige sobre los vestigios de una basílica paleocristiana. Lo más curioso es el Pilar de San Pablo, donde, según la tradición, el apóstol fue atado y azotado. Puedes caminar entre columnas caídas y mosaicos al aire libre, mientras ves cómo conviven diferentes épocas en un mismo espacio.
  • Petra tou Romiou (Roca de Afrodita): Según la mitología, Afrodita emergió aquí de las olas, por lo que esta formación rocosa junto al mar tiene valor simbólico y ofrece un paisaje espectacular. Además, puedes caminar por la playa, observar el atardecer y sentir la fuerza de una leyenda antigua reflejada en la naturaleza.
  • Museo Arqueológico de Pafos: Este pequeño museo municipal guarda objetos que abarcan desde el Neolítico hasta la época romana. Vas a encontrar estatuas, cerámicas y herramientas que te ayudarán a contextualizar lo que ves en los yacimientos.

Mitos, leyendas y arqueología: Siguiendo los pasos de Afrodita

La figura de Afrodita está profundamente conectada con la identidad de Pafos. De hecho, según el mito, nació de la espuma del mar junto a Petra tou Romiou, en la costa chipriota. Esta conexión mitológica convirtió a la ciudad en un centro de veneración a la diosa del amor y la fertilidad. A su vez, mucho antes de la llegada de los griegos, los habitantes de la región ya rendían culto a una divinidad femenina asociada con la naturaleza y la vida. 

Asimismo, con el paso de los siglos, ese culto se transformó en uno de los más influyentes del mundo helénico. Las ruinas del Santuario de Afrodita en Kouklia, a las afueras de Pafos, todavía permiten ver los restos de este templo milenario. A medida que caminas por los lugares históricos de la ciudad, vas a notar cómo el mito no es solo una historia del pasado, sino una presencia que aún marca el carácter del lugar. Se trata de una forma de sentir cosas que solo se pueden notar en lugares como Atenas en Grecia.

Playas y naturaleza en los alrededores

Pafos también te abre la puerta a paisajes naturales bien conservados y playas con aguas claras y poco profundas. Muy cerca del centro, puedes llegar caminando a playas como Alykes o Faros, donde encontrarás servicios, sombrillas y bares. Sin embargo, si lo que buscas es un entorno más sereno, te conviene explorar la península de Akamas. Esta reserva natural, al noroeste de la ciudad, ofrece rutas de senderismo entre acantilados, bahías escondidas y bosques costeros. 

Además, uno de los puntos más atractivos es la Laguna Azul, accesible en barco o todoterreno, que impresiona con su color turquesa y transparencia. También tienes la oportunidad de visitar los Baños de Afrodita, una pequeña gruta junto a un manantial, asociada a la leyenda de la diosa. A lo largo del camino, verás olivos, flores silvestres y aves migratorias que se detienen en la zona durante la primavera.

Gastronomía local: Qué comer y dónde probarlo

La cocina chipriota mezcla influencias griegas, turcas y del Medio Oriente. En Pafos puedes probar platos frescos del mar, carnes a la parrilla y dulces caseros llenos de sabor y tradición:

  • Meze chipriota: Este menú degustación reúne una docena de pequeños platos servidos uno tras otro. Incluye hummus, tzatziki, halloumi a la parrilla, albóndigas de cordero, pescados marinados y ensaladas. Es la mejor manera de probar una muestra amplia de sabores locales sin tener que decidirte por un solo plato.
  • Halloumi fresco: El queso más representativo de Chipre tiene una textura firme y se suele servir caliente, dorado en sartén. Puedes comerlo solo o acompañado de sandía en verano. Tiene un sabor salado y levemente ácido, lo que lo distingue notablemente de otros quesos mediterráneos.
  • Souvla al carbón: Esta preparación consiste en trozos grandes de cerdo o cordero ensartados en varillas metálicas y cocinados lentamente sobre brasas. La carne queda tierna por dentro, con una capa exterior crujiente y ahumada. En su caso, se suele acompañar con papas especiadas y ensalada fresca.
  • Loukoumades con miel: Estos pequeños buñuelos fritos se sirven bañados en miel y, a veces, con canela o semillas de sésamo. Con una textura suave por dentro y crujiente por fuera, se convierte en un postre simple pero delicioso, comúnmente disponible en pastelerías o ferias locales.
  • Pescado fresco en el puerto: En la zona del puerto de Kato Pafos puedes sentarte en una terraza frente al mar y probar calamares, doradas o lubinas capturadas esa misma mañana. Los platos suelen servirse con limón, aceite de oliva y hierbas locales sin añadir salsas que oculten su sabor.