Praga es una ciudad que parece salida de un cuento, siendo conocida como la «Ciudad de las Cien Torres» o la «Joya de Europa Central». Esta ciudad es un lugar donde la historia y la arquitectura se funden en perfecta armonía. Sus calles, sus edificios góticos y barrocos, y, sus ríos silenciosos crean un ambiente que fascina a cualquier visitante desde el primer momento. Por ello, es uno de esos destinos que enamoran tanto de día como de noche, con una luz especial que envuelve cada rincón.
Recorrer Praga es como hacer un viaje en el tiempo, ya que cada barrio cuenta una historia distinta, desde la majestuosidad de su castillo hasta el simbolismo rebelde del Muro de John Lennon. Praga es una ciudad compacta y fácil de explorar a pie, lo que permite perderse entre sus calles y descubrir sus lugares más importantes sin necesidad de un gran plan previo. Sin embargo, hay ciertos lugares que son imprescindibles y que forman parte de la esencia misma de Praga. En este artículo, presentamos los lugares que no dejar de visitar si se viaja a la capital checa.
El castillo de Praga

El castillo de Praga es el corazón histórico y simbólico de la capital checa, fundado en el siglo IX. Este enorme castillo ha sido residencia de reyes de Bohemia, emperadores del Sacro Imperio y, actualmente, del presidente de la República Checa. Su enorme extensión lo convierte en el complejo palaciego más grande del mundo y recorrerlo es una experiencia imprescindible para entender el alma de la ciudad.
Dentro del complejo destaca la majestuosa catedral de San Vito, una joya del gótico europeo donde descansan los restos de muchos reyes checos. Otro punto imperdible es el Antiguo Palacio Real, que ofrece vistas espectaculares y salas llenas de detalles arquitectónicos. Además, se encuentra el famoso Callejón del Oro, una callecita encantadora con casas de colores donde se dice que vivieron alquimistas y, más tarde, el escritor Franz Kafka. Desde lo alto del castillo se puede disfrutar de una de las mejores vistas de Praga. Al atardecer, el paisaje se vuelve especialmente mágico, con los techos rojizos de la ciudad y el río Moldava brillando bajo la luz dorada.
El Puente de Carlos

El puente de Carlos es uno de los símbolos más reconocidos de Praga y una de las estructuras medievales más hermosas de Europa. Este puente, construido en el siglo XIV por orden del emperador Carlos IV, conecta la Ciudad Vieja con Malá Strana, cruzando el río Moldava. A lo largo de sus 500 metros, el puente está adornado con 30 estatuas de santos, muchas de ellas réplicas para conservar las originales en museos.
Lo más especial del Puente de Carlos es el ambiente que se respira al caminar por él. Músicos callejeros, artistas, retratistas y vendedores crean una atmósfera bohemia que cambia con las estaciones del año. Además, es especialmente recomendable visitarlo al amanecer o al atardecer, cuando la luz baña las torres medievales que lo flanquean y se reflejan en el río. La vista del Castillo desde este lugar es simplemente espectacular.
La Plaza de la Ciudad Vieja y su reloj astronómico

La Plaza de la Ciudad Vieja es el centro palpitante de Praga, rodeada de edificios con fachadas barrocas, góticas y renacentistas. En este lugar convergen turistas, locales, artistas callejeros y mercados estacionales que dan vida durante todo el año. La sensación de estar en un escenario medieval es inevitable, especialmente cuando el sol ilumina sus edificios de colores pálidos y tejados puntiagudos.
El gran protagonista de esta plaza es el Reloj Astronómico, ubicado en la Torre del Ayuntamiento. Esta maravilla del siglo XV no solo marca la hora, sino también el calendario, las fases lunares y la posición del sol. Cada hora, una multitud se congrega frente al reloj para ver el desfile de los Doce Apóstoles, acompañados por figuras como la Muerte o la Avaricia. Se trata de un espectáculo breve pero encantador que ha fascinado a generaciones. Además del reloj, la plaza alberga otros tesoros como la iglesia de San Nicolás, la iglesia de Týn y el monumento a Jan Hus.
La iglesia de Týn

La Iglesia de Nuestra Señora de Týn, con sus torres afiladas que se elevan dramáticamente sobre la Plaza de la Ciudad Vieja, es uno de los iconos más imponentes de Praga. Su estilo gótico, oscuro y misterioso, la convierte en una figura destacada en el horizonte de la ciudad, estando construida entre los siglos XIV y XV. Este templo ha sido testigo de algunos de los momentos históricos más relevantes de la ciudad, especialmente durante las guerras husitas.
El interior de la iglesia contrasta con su exterior sombrío, al albergar un altar barroco de gran belleza, así como la tumba del astrónomo Tycho Brahe, quien trabajó en Praga bajo el patrocinio del emperador Rodolfo II. Aunque la entrada está algo escondida entre edificios vecinos, una vez dentro se puede disfrutar de un ambiente solemne, decorado con esculturas, retablos y frescos que narran la historia religiosa de la ciudad.
El Barrio Judío de Josefov

El Barrio Judío, conocido como Josefov, es uno de los lugares más conmovedores de Praga. A pesar de su pequeño tamaño, encierra siglos de historia judía en Europa Central, al ser el hogar de una de las comunidades judías más antiguas y prominentes del continente. Este barrio, permite visitar sus sinagogas, el Antiguo Cementerio Judío y el Museo Judío de Praga para entender el legado, la persecución y la resistencia de este pueblo.
Entre sus lugares más destacados está la Sinagoga Vieja-Nueva, una de las sinagogas góticas más antiguas de Europa que sigue en funcionamiento. Muy cerca se encuentra el Antiguo Cementerio, donde las tétricas y amontonadas lápidas narran la falta de espacio y la larga historia de sus habitantes. Otras sinagogas como la de Pinkas o la de Maisel completan el recorrido cultural y espiritual por Josefov, cada una con su propia historia que contar.
La torre de la Pólvora y la casa municipal

La torre de la Pólvora es uno de los vestigios medievales más impactantes de Praga, construida en el siglo XV. Su función original era la de servir como una de las puertas de entrada a la ciudad amurallada, pero posteriormente se usó para almacenar pólvora, de ahí su nombre actual. Esta torre, con su arquitectura gótica oscura y su decoración cargada de relieves y figuras simbólicas, es un punto de partida adecuado para iniciar el recorrido por la Ciudad Vieja.
Además, subiendo los empinados escalones de la torre se accede a una terraza desde la cual se obtiene una excelente vista del centro histórico. El contraste entre la oscuridad medieval de la torre y la opulencia de la cercana Casa Municipal crea un diálogo arquitectónico fascinante. La Casa Municipal es un referente del art nouveau checo y en su interior alberga salas decoradas con frescos, vitrales y mobiliario de época.
El Monte Petřín y su torre mirador

El monte Petřín es el pulmón verde de Praga y uno de los mejores lugares para disfrutar de la naturaleza sin salir de la ciudad. Este parque urbano se eleva suavemente sobre la orilla oeste del Moldava y ofrece senderos, jardines y bancos para relajarse. Se trata de un espacio muy querido tanto por los locales como por los turistas que buscan un respiro entre visita y visita.
Una de sus principales atracciones es la torre de Petřín, una estructura metálica de 63 metros inspirada en la Torre Eiffel. Aunque mucho más pequeña, desde su cima se obtienen vistas panorámicas espectaculares de toda Praga. Se puede subir a pie o tomar el funicular que asciende desde el barrio de Malá Strana, un paseo que añade encanto a la experiencia. En Petřín también se encuentran el Laberinto de Espejos, la iglesia de San Lorenzo y un observatorio Astronómico.
El Barrio de Malá Strana

Malá Strana, o la Ciudad Pequeña, es uno de los barrios más encantadores de Praga, situado entre el Puente de Carlos y el Castillo. Este barrio adoquinado y serpenteante está repleto de palacetes, iglesias barrocas y embajadas extranjeras, siendo una zona residencial noble durante siglos.
Uno de sus grandes atractivos es la iglesia de San Nicolás, considerada una de las más bellas del barroco europeo. Su cúpula verde y su interior lleno de detalles son dignos de una visita pausada. Muy cerca se encuentran jardines como el de Vrtba, un ejemplo exquisito de jardinería barroca, perfecto para pasear y tomar fotografías con la ciudad de fondo. Malá Strana también ofrece cafeterías, tiendas de artesanía local y rincones silenciosos para los que prefieren la Praga más introspectiva.
El Muro de John Lennon

El Muro de John Lennon es uno de los rincones más simbólicos de Praga, situado en Malá Strana. Este muro comenzó a llenarse de mensajes de paz y libertad en la década de 1980, cuando Checoslovaquia vivía bajo un régimen comunista. Inspirados por la figura de John Lennon y los Beatles, los jóvenes empezaron a expresar su deseo de cambio mediante grafitis, poemas y letras de canciones.
Lo que comenzó como un acto de rebeldía se convirtió en un símbolo internacional. A pesar de los intentos del gobierno de borrar los mensajes, el muro nunca dejó de hablar. Hoy en día sigue vivo y cambia constantemente, ya que visitantes de todo el mundo dejan su huella en forma de dibujos o palabras. Se tata de un espacio de expresión libre que se renueva cada día.
La biblioteca del Clementinum

El Clementinum es uno de los edificios más impresionantes de Praga, y, su biblioteca barroca es, sin duda, uno de los espacios más bellos del mundo para los amantes de los libros. Fundado por los jesuitas en el siglo XVI, este complejo arquitectónico alberga salas de estudio, capillas, un observatorio astronómico y la joya principal: una biblioteca que parece sacada de una película de fantasía.
La biblioteca está decorada con frescos en el techo, estanterías de madera tallada y globos terráqueos. La luz natural que entra por sus ventanas crea un juego de sombras que realza la majestuosidad del espacio. Los frescos fueron pintados por Jan Hiebl y representan temas alegóricos relacionados con el conocimiento, la ciencia y la religión. Además, contiene más de 20.000 volúmenes, muchos de ellos escritos a mano, lo que la convierte en un archivo de incalculable valor.
