La isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui, es uno de los destinos más enigmáticos del mundo. Esta isla. situada en medio del océano Pacífico a más de 3.500 kilómetros del continente sudamericano, pertenece a Chile, aunque cuenta con una fuerte identidad cultural propia. Sus famosas estatuas moái, sus paisajes volcánicos y sus tradiciones ancestrales la convierten en una isla única que combina historia, espiritualidad y naturaleza.

Visitar la isla de Pascua es mucho más que ver moáis, es entender una cosmovisión antigua, recorrer senderos rodeados de lava petrificada, sumergirse en playas de arena blanca y sentir el aislamiento de un lugar que ha vivido en soledad durante siglos. A pesar de su pequeño tamaño, la isla tiene una gran riqueza arqueológica y cultural, con templos ceremoniales, cráteres, cuevas y centros comunitarios que cuentan la historia de un pueblo resiliente.

En este artículo, proponemos un recorrido por varios lugares fundamentales que se deben conocer en la isla de Pascua. Estos sitios representan lo más simbólico, diverso y auténtico del territorio Rapa Nui.

Ahu Tongariki

El Ahu Tongariki es probablemente el sitio más reconocido y fotografiado de la isla de Pascua. Se trata del mayor altar ceremonial (ahu) de Rapa Nui, con una alineación de 15 moáis que se elevan majestuosamente frente al océano. Las estatuas, que habían sido derribadas por un tsunami en 1960, fueron restauradas en los años noventa gracias a un proyecto conjunto entre Chile y Japón, y hoy vuelven a estar de pie como símbolo de la resistencia cultural de la isla.

Este lugar impresiona no solo por el tamaño de sus moáis —el más alto alcanza los 9 metros—, sino por el entorno natural que lo rodea. A sus espaldas se encuentra el volcán Poike, mientras que delante se extiende el Pacífico abierto, ofreciendo vistas espectaculares, especialmente al amanecer. De hecho, presenciar el amanecer en Ahu Tongariki es una de las experiencias más sobrecogedoras de Rapa Nui, con los primeros rayos del sol iluminando lentamente los rostros de piedra.

Rano Raraku

Rano Raraku es uno de los sitios más fascinantes y reveladores de la isla de Pascua. Este volcán extinto fue utilizado como cantera principal para tallar los moáis, y su ladera aún conserva decenas de estatuas en distintas etapas de elaboración. Algunas están completas y erguidas; otras, semiacabadas o enterradas hasta el cuello. En este lugar, el visitante puede observar de cerca cómo se originaban estos colosos de piedra volcánica.

Explorar Rano Raraku es como entrar en un taller prehistórico detenido en el tiempo. Se estima que más de 400 moáis quedaron abandonados en este lugar por motivos aún debatidos, como conflictos internos, cambios rituales o dificultades logísticas. Una de las figuras más sorprendentes es el moái más grande conocido, de 21 metros de largo, que nunca fue desprendido de la roca madre. Este sitio permite comprender el proceso técnico y espiritual que implicaba tallar un moái.

Orongo

En el extremo suroeste de la isla se encuentra Orongo, un antiguo poblado ceremonial situado en la cima del cráter del volcán Rano Kau. Este sitio está directamente relacionado con el Tangata Manu, o culto al hombre pájaro, una de las tradiciones más importantes del periodo post-moái. Desde sus casas de piedra con techos de césped se observa una vista espectacular del océano y de los islotes Motu Nui, Motu Iti y Motu Kao Kao.

Cada año, en primavera, los clanes de la isla se reunían en Orongo para celebrar una competencia sagrada. El objetivo era que un representante de cada clan nadara hasta el islote Motu Nui, recogiera el primer huevo del manutara (un ave marina) y regresara a la aldea. El vencedor no solo ganaba prestigio, sino que su clan gobernaba la isla durante un año. Las casas semisubterráneas de Orongo aún conservan petroglifos con formas de aves y figuras humanas estilizadas.