La Ópera Garnier, conocida también como Palacio Garnier u Ópera de París, es uno de los edificios más reconocidos y majestuosos de París. De esta forma, ubicada en el IX Distrito, este teatro es un ejemplo del esplendor arquitectónico del siglo XIX y un símbolo del estilo neobarroco en Europa. En este sentido, encargada por Napoleón III y diseñada por el arquitecto Charles Garnier, la ópera es un centro de arte y cultura y una muestra de la rica historia de la ciudad y un lugar que atrae a millones de visitantes cada año.
De esta manera, desde su inauguración en 1875, la Ópera Garnier ha sido sede de grandes espectáculos de ópera y ballet, y ha inspirado a escritores y artistas, siendo inmortalizada en la célebre obra «El fantasma de la ópera» de Gaston Leroux. Este edificio, con su mezcla de lujo, arte y misterio, ofrece una experiencia inolvidable a quienes lo visitan, ya sea para un espectáculo o un recorrido turístico.
En este artículo, te contaremos la fascinante historia de la Ópera Garnier, su imponente arquitectura, los espacios más destacados que la componen y la experiencia de asistir a un espectáculo en su auditorio. También te daremos información sobre las actividades y visitas que se pueden realizar, haciendo de este destino una parada esencial en cualquier itinerario por París.
Historia y construcción de la Ópera Garnier
La historia de la Ópera Garnier comienza en la época de Napoleón III, quien decidió transformar París y dotarla de una infraestructura moderna y monumental. En esta línea, en 1858, el emperador autorizó al barón Haussmann a demoler un área de 12.000 m² para la construcción de un nuevo teatro destinado a las compañías de ópera y ballet más renombradas de la ciudad. Por lo que, el proyecto fue asignado a Charles Garnier tras un concurso en el que participaron más de 170 arquitectos, marcando el inicio de una obra que se convertiría en un símbolo de la ciudad.
De este modo, la construcción comenzó en 1862, pero enfrentó numerosos contratiempos, como la aparición de aguas subterráneas que obligaron a bombear el agua durante meses. Además, la obra fue interrumpida por la guerra franco-prusiana y la caída del Segundo Imperio. Sin embargo, el incentivo para finalizarla se dio cuando la antigua Ópera de París, la Salle Le Peletier, fue destruida por un incendio en 1873. Este suceso aceleró los trabajos, y finalmente, el Palacio Garnier fue inaugurado el 5 de enero de 1875 con una ceremonia a la que asistió Alfonso XII de España.
En relación con ello, a lo largo de los años, la Ópera Garnier ha experimentado diversas renovaciones y modernizaciones. Y en 1994, se llevó a cabo un proceso de restauración que incluyó la actualización de sus instalaciones eléctricas y la preservación de su opulento decorado, lo que garantizó su conservación para las futuras generaciones.
Arquitectura y diseño interior
La arquitectura de la Ópera Garnier es una muestra del esplendor del Segundo Imperio, destacándose por su estilo neobarroco. A este respecto, el edificio ocupa una superficie de 11.000 m² y tiene capacidad para aproximadamente 2.200 espectadores. Asimismo, su exterior es impresionante, con columnas, frisos y estatuas que representan a deidades de la mitología griega. Y en la fachada se pueden ver bustos en bronce de compositores famosos como Mozart y Beethoven, mostrando la importancia de la música en la cultura del teatro.
Del mismo modo, el interior de la ópera es un despliegue de lujo y arte, ya que la decoración está marcada por el uso de terciopelo rojo, hojas doradas y elementos ornamentales como ninfas y querubines. Igualmente, uno de los aspectos más impresionantes del edificio es su araña de luces, que pesa más de seis toneladas y se encuentra en el centro del auditorio, iluminando el espacio con sus 340 luces. De hecho, el techo alrededor de la araña fue decorado en 1964 por Marc Chagall, lo que añade un toque moderno a la elegancia clásica del lugar.
A su vez, el Gran Escalier, una de las áreas más fotografiadas, es una majestuosa escalera de mármol blanco con una balaustrada de mármol verde y rojo, que conecta los diferentes niveles del edificio. Este espacio, junto con los foyers ricamente decorados, es un ejemplo de cómo la ópera servía para disfrutar de espectáculos y para socializar y ser parte de la alta sociedad parisina.
Espacios destacados de la Ópera Garnier
Uno de los espacios más destacados de la Ópera Garnier es el Gran Escalier, diseñado para impresionar a los asistentes desde el momento en que entran al edificio. Este lugar es un espectáculo de mármol de diversos colores y una muestra del talento de los artesanos que trabajaron en la construcción. En relación con ello, las balaustradas y los detalles escultóricos ofrecen un entorno digno de la realeza, y las vistas desde los diferentes niveles permiten apreciar la grandiosidad del espacio.
De la misma forma, el Grand Foyer es otro lugar destacado, con una longitud que se asemeja a la de la Galería de los Espejos de Versalles. Este vestíbulo, decorado con espejos, vidrieras y un techo pintado por Paul Baudry, está lleno de referencias a la música y las artes, con figuras de la mitología y elementos que simbolizan la armonía y la creatividad. Además, los visitantes pueden admirar la espectacular vista de la avenida de la Ópera desde la logia del foyer, un detalle que conecta el interior con el bullicio de la ciudad.
Por igual, la biblioteca-museo de la ópera, que forma parte de la Biblioteca Nacional de Francia, conserva más de tres siglos de historia teatral y es un tesoro para los amantes de las artes escénicas. En sus exhibiciones permanentes se pueden ver pinturas, dibujos y fotografías que documentan la evolución de la ópera y el ballet en París.
El auditorio y la experiencia del espectáculo
El auditorio de la Ópera Garnier es un espacio que tiene forma de herradura y está decorado con terciopelo rojo y detalles dorados, lo que crea una atmósfera elegante y acogedora. En este caso, la disposición de los asientos permite que los asistentes disfruten del espectáculo y sean vistos, siguiendo la tradición de los teatros italianos donde la ópera era un evento social.
De forma similar, uno de los aspectos más notables es la gran araña de bronce y cristal que cuelga del techo y pesa más de seis toneladas. Esta impresionante pieza ilumina el espacio y es un símbolo de la opulencia y la atención al detalle que caracterizan a la Ópera Garnier. De igual manera, el techo, pintado por Marc Chagall en 1964, añade un contraste moderno al resto del auditorio, con colores vibrantes y escenas que rinden homenaje a compositores famosos y sus obras.
Gracias a todos estos elementos, asistir a un espectáculo en la Ópera Garnier es una experiencia inolvidable. Asimismo, la acústica del lugar, cuidadosamente diseñada, garantiza que cada nota y palabra llegue con claridad al público, creando un ambiente donde la música y la actuación se aprecian en su máxima expresión. Además, la opulencia del entorno contribuye a que cada presentación se sienta como un evento especial.
Visitas y actividades para los turistas
La Ópera Garnier es un destino muy especial para quienes visitan París, y es posible explorarla en visitas guiadas y de forma autoguiada. Por un lado, las visitas guiadas, disponibles en inglés y francés, ofrecen un recorrido de 90 minutos que incluye detalles sobre la historia, la arquitectura y las anécdotas del edificio. Y para quienes prefieren recorrerla a su propio ritmo, las visitas autoguiadas permiten disfrutar de los espacios a lo largo del día.
De este modo, el precio de la entrada varía, siendo gratuita para menores de 12 años y con tarifas reducidas para estudiantes y jóvenes entre 12 y 25 años. Así, el acceso está incluido en el Paris Pass, lo que puede ser una opción conveniente para quienes planean visitar otras atracciones en la ciudad. Por lo tanto, te recomendamos reservar las entradas con anticipación, especialmente en temporada alta.
Además, la Ópera Garnier ofrece exposiciones temporales y actividades especiales, como visitas temáticas fuera del horario habitual. Por lo que, los visitantes pueden disfrutar de una experiencia completa que incluye la exploración del edificio, la tienda de recuerdos y el restaurante diseñado por la arquitecta Odile Decq.