La Gran Muralla China es una de las maravillas arquitectónicas más impresionantes del mundo y un símbolo de la rica historia de China. Este colosal sistema de fortificaciones se extiende a lo largo de más de 21.000 kilómetros, atravesando montañas, desiertos y llanuras, y fue construido a lo largo de varias dinastías para proteger al imperio chino de invasiones y ataques enemigos. La construcción de la Gran Muralla comenzó en el siglo VII a.C., pero fue durante la dinastía Ming (1368-1644) cuando se llevaron a cabo las ampliaciones más significativas y se construyeron los tramos más reconocidos.

Este monumento, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987, atrae a millones de turistas cada año, quienes se maravillan ante la magnitud de su construcción y la belleza de sus paisajes circundantes. La Gran Muralla no es solo una hazaña de ingeniería militar, sino también un testimonio de la dedicación, el ingenio y la tenacidad del pueblo chino a lo largo de los siglos, por lo que también muchos se preguntan qué hubiera pasado si la muralla china no se hubiera construido. Con tramos que han sido restaurados y otros que permanecen en ruinas, la muralla es un lugar donde el pasado cobra vida y los visitantes pueden experimentar la historia en cada paso. En este artículo, exploraremos la historia, la construcción, los principales tramos y la experiencia de recorrer la Gran Muralla China.

Historia y propósito de la Gran Muralla

La construcción de la Gran Muralla comenzó en el siglo VII a.C., cuando los estados independientes del norte de China erigieron murallas para protegerse de las incursiones de tribus nómadas. Sin embargo, fue durante el reinado del emperador Qin Shi Huang (221-210 a.C.) cuando se unificaron y ampliaron varias secciones de estas murallas para formar una fortificación más extensa. El principal objetivo de la muralla en esa época era prevenir las invasiones de los Xiongnu, un grupo de tribus nómadas que amenazaba el imperio. La Gran Muralla sirvió como una barrera física y psicológica para disuadir los ataques y controlar el flujo de comercio a lo largo de la Ruta de la Seda.

Durante la dinastía Ming, tras siglos de deterioro, la muralla fue reconstruida y ampliada considerablemente debido a las constantes amenazas de los mongoles y otras tribus del norte. A lo largo de los más de 270 años de la dinastía Ming, la muralla fue reforzada con ladrillos, piedra y materiales más resistentes, y se construyeron torres de vigilancia a intervalos regulares para mejorar la defensa y la comunicación entre los guardias. Esta versión de la Gran Muralla es la que la mayoría de los visitantes ven hoy en día. Aunque el propósito militar de la Gran Muralla fue esencial durante siglos, con el tiempo dejó de ser efectiva ante nuevas tecnologías de guerra.

La construcción y la magnitud de la Gran Muralla

La Gran Muralla China es una de las construcciones más extensas y ambiciosas jamás realizadas por la humanidad. La construcción de la muralla fue un esfuerzo titánico que involucró a millones de trabajadores a lo largo de los siglos, incluidos soldados, campesinos, prisioneros y artesanos. Se utilizaron diferentes materiales dependiendo de la región y la disponibilidad. En las zonas montañosas, la muralla se construyó con piedra y granito, mientras que en las regiones desérticas, se empleó tierra compactada y ladrillos de barro. Esta diversidad de materiales ha hecho que algunos tramos de la muralla se mantengan mejor que otros, con áreas restauradas y otras en ruinas.

Una de las características más impresionantes de la Gran Muralla es su integración con el entorno natural. La muralla sigue el contorno de las montañas y se adapta a los cambios de terreno, lo que la convierte no solo en una barrera defensiva, sino también en una obra maestra de diseño paisajístico. A lo largo de sus miles de kilómetros, la muralla cuenta con numerosas torres de vigilancia, fortalezas y puertas que servían como puntos de control para regular el comercio y el tránsito de personas.

La magnitud de la Gran Muralla es asombrosa, ya que, se extiende desde el Mar de Bohai en el este hasta el desierto de Gobi en el oeste, cruzando nueve provincias y regiones autónomas de China. Aunque no toda la muralla está en perfecto estado, su impresionante longitud y la historia que representa la han convertido en uno de los monumentos más importantes y visitados del mundo.

Los principales tramos para visitar

La Gran Muralla cuenta con varios tramos que se han restaurado para el turismo, mientras que otros permanecen en su estado original, lo que permite a los visitantes elegir qué tipo de experiencia prefieren. Uno de los tramos más populares y accesibles es Badaling, situado a unos 70 kilómetros de Pekín. Este tramo fue el primero en abrirse al público y ofrece una experiencia cómoda con caminos bien mantenidos y magníficas vistas de las montañas circundantes. Debido a su proximidad a la capital, Badaling suele estar bastante concurrido, por lo que es recomendable visitarlo temprano en la mañana para evitar las multitudes.

Otro tramo muy visitado es Mutianyu, que también está cerca de Pekín, pero es menos concurrido que Badaling. Este tramo es conocido por su hermoso entorno, con frondosos bosques y colinas onduladas. Además, ofrece una experiencia más tranquila, lo que lo convierte en una excelente opción para aquellos que desean disfrutar de la majestuosidad de la muralla sin aglomeraciones. En Mutianyu, los visitantes pueden caminar por la muralla o subir y bajar en telesilla, una opción ideal para familias.

Para los más aventureros, el tramo de Jinshanling es perfecto, situado a unas dos horas de Pekín. Este tramo combina secciones restauradas con otras más salvajes y originales. Ofrece una experiencia más desafiante, con senderos menos transitados y paisajes espectaculares. Desde Jinshanling se puede llegar a Simatai, otro tramo impresionante que ha conservado su aspecto original. Este recorrido es ideal para excursionistas experimentados que desean explorar una parte menos turística de la Gran Muralla y disfrutar de su belleza en soledad.

Consejos para visitar la Gran Muralla

Visitar la Gran Muralla China es una experiencia inolvidable, pero es importante tener en cuenta algunos consejos prácticos para aprovechar al máximo tu visita. En primer lugar, es recomendable planificar con antelación qué tramo de la muralla deseas visitar, ya que cada uno ofrece una experiencia diferente. Los tramos más turísticos, como Badaling y Mutianyu, cuentan con instalaciones modernas y son adecuados para todo tipo de viajeros, mientras que los tramos más remotos, como Jinshanling, requieren mayor preparación física y tiempo.

La mejor época para visitar la Gran Muralla es en primavera (de abril a junio) y en otoño (de septiembre a noviembre), cuando el clima es más suave y los paisajes están en su máximo esplendor. Durante estos meses, el cielo suele estar despejado, lo que permite disfrutar de vistas impresionantes de la muralla serpenteando a lo largo de las montañas. En verano, las temperaturas pueden ser muy altas y el sol intenso, por lo que es importante llevar protección solar, agua y ropa ligera. En invierno, algunas secciones pueden estar cubiertas de nieve, lo que añade una belleza especial, pero también hace que los senderos sean más resbaladizos.

Otro aspecto importante es llevar calzado cómodo, ya que caminar por la Gran Muralla implica subir y bajar numerosas escaleras empinadas. Algunos tramos, especialmente los menos restaurados, pueden ser difíciles de recorrer, por lo que es esencial estar preparado para una caminata exigente. Finalmente, no se debe olvidar llevar una cámara o un teléfono para capturar las impresionantes vistas y disfrutar de uno de los lugares más icónicos del mundo.